Vivir entre Olas

Vivir es como nadar en el océano, ya que la vida es aterradora, impredecible, y complicada como el mar. Nunca sabemos cuándo una ola nos golpeará o qué fuerza tendrá. Nunca sabemos a dónde nos llevaría el mar si nos dejamos ir, o qué tan profundo nos hundiría. Es tan peligroso como agotador nadar entre las olas rebeldes, tratando de vencer la corriente; aunque, una vez que dejas de pelear contra las olas y en lugar de intentar pararte en un solo lugar, te dejas llevar por el movimiento impredecible, comienzas a disfrutar del movimiento. Cuando dejas de intentar verte bonita--tratando rígidamente de caminar como modelo para no caer, o de mantener tu caello seco--comienzas a sentir la libertad del océano. Una vez que entiendes que no puedes controlar las olas, y en lugar de evitarlas te dejas envolver por ellas, comienzas a disfrutar de cada balanceo. Una vez que entiendes que eres sumiso a la naturaleza, no la naturaleza a ti, aceptas que los seres vivos a tu alrededor tienen el mismo derecho a la tranquilidad que tu, y creces humilde sabiendo que no eres el único tratando de sobrevivir entre la rebeldía de las olas. Una vez que dejas de preocuparte por las rocas a tus pies o las algas entre tus piernas, comienzas a disfrutar de cada cosquilla y caricia. Es ahí, cuando dejas de pelear contra la corriente, que comienzas a flotar y disfrutar de la brisa y el calor en tus mejillas. Es ahí cuando te vuelves parte del mar, y cuando regresas a la arena cálida tu alma sigue flotando al ritmo de las olas--al ritmo inestable de la vida.

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