"Don't call him Sunshine. Call him Moonlight"
Habían discutido un par de días antes. Él desconocía su dolor, y le había hostigado para saber aquello que reprimía su alegría, pero ella se había negado alegando que él no debía enterarse de ello. Erróneamente había pensado que ella desconfiaba de él y a cambio recibió gritos incoherentes y golpes de cojines de parte de su chica.
Pero eso no importaba ya, ahora estaban juntos en casa, abrazados entre sus vestimentas negras y con los ojos rojos cristalizados. La había convencido, luego de mucho esfuerzo, de que regresara a casa y dejase de llorar en el camino, pero al cruzar la puerta había estallado en lágrimas de nuevo al reparar en la foto de la entrada: ella y su pequeño hermano entre sus brazos. Sonriente. Vivo.
Su silencio y las sombras bajo sus ojos delataban lo mal que se sentía a pesar de estarle sonriendo y por ello, él la obligó a darse un baño, y se quedó junto a ella, en una silla, acariciando su cabello húmedo mientras ella miraba sin ver la espuma a su alrededor. Escogió su ropa de dormir y la dejó en su cama para que ella se vistiese a solas. Se sentó a esperarla en la sala, recostado del mueble de cuero negro, ella bajó minutos después, con su melena enmarañada, ojos cansados y pálida sonrisa.
-Vuelve a casa -pidió al pie de la escalera-. Necesito estar sola.
-De acuerdo -respondió él y se puso de pie, cruzó la habitación rumbo a la puerta y al pasar junto a ella, se detuvo y sus brazos la envolvieron como nunca antes lo habían hecho. Su mano derecha acarició los cabellos de la chica, y los brazos de esta se aferraron a su espalda, su cabeza se escondió en su pecho y las gotas humedecieron su camisa. Comenzó a sentirse, por primera vez en los últimos días, realmente animada, sus ojos se cerraron dejando escapar unas últimas lágrimas y en lo oscuro de su mente vio de nuevo a su hermano, pero no lloró, en cambio, una sonrisa iluminó su rostro. Alzó la mirada sonriéndole a su novio, quien se alegró también al verla y volvió a reprimirla contra su cuerpo con calidez. Reinó el silencio de nuevo, y así se mantuvieron por extensos minutos que parecieron pocos. Ella continuaba trayendo a su memoria los recuerdos de aquel pequeño que ahora descansaría eternamente, cuando su mirada se encontró con la de un libro abierto en la mesa de centro, en cuya contraportada se ponía: "Don't call your love Sunshine. Call him Moonlight because that means he is there even in the dark".
Miró entonces a su chico y volvió a sonreír, para su sorpresa, sin mucho esfuerzo, se puso de puntillas y susurró un suave "Gracias" en su oído. Él besó su mejilla y sin separarse ni un poco de ella le respondió.
-Un niño de seis años resbaló y cayó un día frente a mí en el parque, corrí en su ayuda y minutos después una chica se acercó a él con aire preocupado, pero él la tranquilizó y le dijo que estaba bien aun cuando su rodilla sangraba. Hace ya dos años de eso y esa chica está frente a mí ahora. Lo menos que podía hacer por él era cuidar de ti ahora.
Pero eso no importaba ya, ahora estaban juntos en casa, abrazados entre sus vestimentas negras y con los ojos rojos cristalizados. La había convencido, luego de mucho esfuerzo, de que regresara a casa y dejase de llorar en el camino, pero al cruzar la puerta había estallado en lágrimas de nuevo al reparar en la foto de la entrada: ella y su pequeño hermano entre sus brazos. Sonriente. Vivo.
Su silencio y las sombras bajo sus ojos delataban lo mal que se sentía a pesar de estarle sonriendo y por ello, él la obligó a darse un baño, y se quedó junto a ella, en una silla, acariciando su cabello húmedo mientras ella miraba sin ver la espuma a su alrededor. Escogió su ropa de dormir y la dejó en su cama para que ella se vistiese a solas. Se sentó a esperarla en la sala, recostado del mueble de cuero negro, ella bajó minutos después, con su melena enmarañada, ojos cansados y pálida sonrisa.
-Vuelve a casa -pidió al pie de la escalera-. Necesito estar sola.
-De acuerdo -respondió él y se puso de pie, cruzó la habitación rumbo a la puerta y al pasar junto a ella, se detuvo y sus brazos la envolvieron como nunca antes lo habían hecho. Su mano derecha acarició los cabellos de la chica, y los brazos de esta se aferraron a su espalda, su cabeza se escondió en su pecho y las gotas humedecieron su camisa. Comenzó a sentirse, por primera vez en los últimos días, realmente animada, sus ojos se cerraron dejando escapar unas últimas lágrimas y en lo oscuro de su mente vio de nuevo a su hermano, pero no lloró, en cambio, una sonrisa iluminó su rostro. Alzó la mirada sonriéndole a su novio, quien se alegró también al verla y volvió a reprimirla contra su cuerpo con calidez. Reinó el silencio de nuevo, y así se mantuvieron por extensos minutos que parecieron pocos. Ella continuaba trayendo a su memoria los recuerdos de aquel pequeño que ahora descansaría eternamente, cuando su mirada se encontró con la de un libro abierto en la mesa de centro, en cuya contraportada se ponía: "Don't call your love Sunshine. Call him Moonlight because that means he is there even in the dark".
Miró entonces a su chico y volvió a sonreír, para su sorpresa, sin mucho esfuerzo, se puso de puntillas y susurró un suave "Gracias" en su oído. Él besó su mejilla y sin separarse ni un poco de ella le respondió.
-Un niño de seis años resbaló y cayó un día frente a mí en el parque, corrí en su ayuda y minutos después una chica se acercó a él con aire preocupado, pero él la tranquilizó y le dijo que estaba bien aun cuando su rodilla sangraba. Hace ya dos años de eso y esa chica está frente a mí ahora. Lo menos que podía hacer por él era cuidar de ti ahora.
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